Los cinco actos académicos con los que las universidades públicas dan por iniciado el curso han estado marcados por la tensión, y en tres de los casos, por la irrupción en la ceremonia de estudiantes armados con pancartas para visibilizar su rechazo a las medidas de ajuste del gasto público, que no han sido pocas. Los casos son idénticos. Gritos y pitos en los accesos, entrada en la sala, lectura del manifiesto y salida más o menos ordenada.

Los incidentes de las universidades de Valencia y Alicante volvieron a repetirse ayer en la Politècnica (UPV), desluciendo el último acto solemne que se celebra este año y poniendo de relieve la creciente tensión social que generan los recortes entre algunos sectores. Lo más criticable fue la consigna lanzada por uno de los manifestantes justo en el momento en que desalojaban el Paraninfo: «La próxima visita será con dinamita». Parte del grupo coreó la amenaza, asumiéndola, frente a las muestras de rechazo de los asistentes a la celebración y de muchos de los que participaron en el asalto. El autor, por casualidad o de forma deliberada, eligió el peor momento posible. Poco antes se conocía la detención de un joven que acumulaba 140 kilos de explosivos para, al parecer, provocar una masacre en la universidad de Baleares. La mejor noticia, al contrario de lo sucedido en la inauguración de un edificio de la Jaume I el 11 de septiembre, fue que no se produjeron daños de ningún tipo.

 

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Fuente : lasprovincias.es

 

Era un acto especial, al ser el último del rector Juan Juliá, que no se presentará a las elecciones previstas para el segundo trimestre del año que viene. También por el nombramiento como doctor honoris causa del paleontólogo Juan Luis Arsuaga, uno de los más brillantes de su especialidad y descubridor, junto a su equipo, de los restos de homínidos más antiguos de Europa, hallados en las excavaciones de Atapuerca.

 

Hora y media antes del inicio, el rector ofreció una rueda de prensa en la que dijo «comprender» la «tensión social» existente ante los recortes, aunque pidió que las protestas fueran «lo más ordenadas posible». También fue muy crítico con las nuevas exigencias académicas para la obtención de becas, idea que desarrolló después en su discurso.
A las 11 horas comenzó la protesta a las puertas del Paraninfo, rodeado de importantes medidas de seguridad privada. Llegaron a juntarse más de 300 personas, que pitaron y abuchearon a los asistentes que iban llegando, a la vez que arrojaban aviones de papel con un lema impreso: «Defensem una universitat pública, gratuita, universal y de qualitat». Al principio se fijó un perímetro alrededor del único acceso habilitado, pero los manifestantes lo ocuparon. Algunos de los invitados que llegaron en ese momento lo tuvieron difícil para entrar. El concejal de Educación de Valencia, Ramón Isidro Sanchis, llegó a ser empujado.

 

Pasadas las doce y recién iniciado el acto se produjo la irrupción de alrededor de 150 personas, sobre todo estudiantes. La primera reacción del rector fue pedirles que abandonaran la sala, y ante su negativa, accedió «de forma excepcional» a que leyeran su manifiesto y permitieran continuar con la ceremonia. Un portavoz, que dijo hablar en nombre de alumnos, profesores y personal de la UPV, criticó los decretos que regulan la subida de las tasas o las nuevas exigencias de las becas y aseguró que «los recortes sociales que nos ahogan» provocan «la ruina de la ciudadanía». Antes, pidió perdón a Arsuaga por la interrupción. Durante la salida se escucharon más consignas: «Fuera fascistas de la universidad», «Insumisión o dimisión del rector» o «Se va a acabar la paz social».
Después de un cuarto de hora de parón, el acto se reanudó con las disculpas de Juliá por lo sucedido. También protestaron varios asistentes mostrando cartulinas rojas cuando José Miguel Saval, director general de Universidades y representante del Consell, inició su alocución.